lunes, septiembre 17, 2007

Piratas en el Río de la Plata II

La aventura del padre Rivadeneira no terminó al llegar a sus tierras. Fueron muchos los cabos sueltos que que-daron y entramaron historias que rozan lo literario.

El piloto

Si recuerdan, el corsario inglés Fenton se había quedado con dos marineros del fraile, que eran conocedores de la zona del Río de la Plata. Uno de ellos era el piloto portugués Juan Pinto. Afortunadamente para nosotros Pinto, al igual que Rivadeneira, dejó un informe detallado sobre sus andanzas.

Pinto ya conocía las aguas y las costas del Río de la Plata. Había formado parte de la expedición del adelantado Juan Ortiz de Zárate, quien había fundado una efímera población en la actual costa uruguaya llamada San Salvador. Al morir Zárate en Asunción del Paraguay, Pinto quedó bajo el mando de Juan de Garay. Garay había enviado un navío a España con la noticia de la fundación de Buenos Aires en 1580. En ese navío fue Rivadeneira en busca de clérigos para estas tierras, y también partió en él el piloto Juan Pinto. Y al parecer se habían hecho amigos, ya que Pinto regresa junto con el fraile cuando vuelven al Río de la Plata en 1582.

Quiso la mala suerte que los atacaran los corsarios ingleses antes de llegar, y entre todo lo que se llevaron de los frailes españoles, estaba ese experimentado piloto. Luego de que fueran liberados los frailes, Pinto fue encerrado en la nave capitana. La intención de los corsarios, según cuenta Pinto, era dirigirse al Río de la Plata. Para ello conta-ban con su experiencia para guiarlos por los canales de entrada. Pinto les dijo que no había ningún canal y que la única forma de entrar era con barcos pequeños. Los tres navíos de Fenton entonces tomaron rumbo al norte. Una noche perdieron uno de los barcos, el comandado por John Drake, sobrino del famoso corsario inglés Francis Drake.

Utilizaron a Pinto para informarse también sobre la costa del Brasil. Cuando llegaron al puerto de San Vicente tenían intención de tomarlo, pero al día siguiente de la arribada llegaron tres naves españolas. Eran tres naves de la armada de Flores de Valdés(confirmar si Valdés va con s o con z) que iban a San Vicente en busca de provisiones. Era el 24 de enero de 1583.

Inmediatamente se enfrentaron los dos grupos. Intercambiaron cañonazos durante mu-cho tiempo. Los ingleses lograron hundir la nave almiranta de los españoles, pero perdieron muchos hombres. En-tonces huyeron a una isla cercana. Allí repararon sus naves y partieron rumbo a Inglaterra. Durante el viaje, los ingleses perdieron otra de las naves. Pinto llegó finalmente a Inglaterra en junio de 1583. Allí fue tratado muy bien. Lo llevaron ante el consejo de la Reina y le ofrecieron pasarse al bando de los ingleses, pero Pinto se negó y le permitieron volver a su Portugal natal. No se quedó allí si no que fue a relatarle al Rey de España toda la historia.

El sobrino famoso

Otro cabo suelto en esta historia que envuelve a la armada de Flores de Valdés con los corsarios ingleses, fue la huida de la nave comandada por John Drake, un joven de unos veinte años, sobrino del famoso corsario inglés Francis Drake. La nave, un patache llamado Francis, era propiedad de Francis Drake, y estaba tripulada por dieci-séis marineros. Drake se apartó de la armada de Fenton y enfiló hacia el Río de la Plata ya que tenía noticias de una nueva población en sus costas.

Pero los habitantes de Buenos Aires tenían una protección contra corsarios y piratas mucho mejor que los fuertes y los cañones: los bajos del río. La nave Francis fue a dar en un bajo de arena y lajas que causó su hundimiento. Este banco se llama desde aquel día Banco del inglés.
Todos los tripulantes de la nave se salvaron a nado hasta la actual costa uruguaya. Eran dieciocho en total, y fueron dieciocho los días que los ingleses permanecieron en la costa hasta que el humo de sus fogatas llamó la atención de los indígenas del lugar, los charrúas, que se trabaron en combate con los corsarios. Los ingleses fueron superados por los charrúas, quienes los tomaron cautivos. Trece meses estuvieron prisioneros. Tres de los ingleses, John Drake entre ellos, lograros huir apoderándose de una canoa. Cruzaron el Río de la Plata en una travesía de varios penosos días. Finalmente, arribaron a la costa cercana a Buenos Aires en marzo de 1584. Llegaron a una casa donde los alimentaron y vistieron. Pero la guardia de la ciudad inmediatamente los tomó prisioneros, aunque los trató como señores. Fueron despachados a Asunción. En el camino pasaron por Santa Fe, donde se les tomó declaración. Pero cuando en Lima, la capital del Virreinato, se enteraron de la existencia de los ingleses pidieron que los enviaran allí, adonde fueron juzgados por la Inquisición y condenados a vivir reclusos en un monasterio.

Fue Francis Drake el que comenzó esta historia con sus correrías, provocando la idea de fortificar el estrecho de Magallanes, y es otro Drake el que termina de atar el último cabo suelto de la historia, dando origen a la idea de construir un fuerte en Buenos Aires.

Para saber más
Gandía, Enrique de. Historia de los piratas en el Río de la Plata. Librerías Cervantes. Buenos Aires, 1936.
Gandía, Enrique. “Los piratas en el Río de la Plata”. En: Historia de la Nación Argentina. El Ateneo y Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires, 2° edición, 1955. Tomo III, cap. IV.
Lafuente Machain, Ricardo. Buenos Aires en el siglo XVII. Buenos Aires.
Villanueva, Héctor. Vida y pasión del Río de la Plata. Plus Ultra, 1984.
Zabala, Rómulo y Gandía, Enrique. Historia de la ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires, 1937.

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